Una placida mañana, llena de
risas, observando maravillados el magnífico paisaje que les brindaban
aquel día, los verdes y espesos árboles, el agua cristalina
que corría por el rió, centenares de aves que volaban libres en
el cielo. Cuan hermoso era mirar detalladamente esa obra de arte, sin
prisa, sumergiéndose en una paz interior.
Bárbara
y Laión regresaron al Miedo, el pequeño estaba agotado así que cayó
en un profundo sueño. Bárbara se sentía plena y pensativa, su vida no
podría continuar así, anhelaba la felicidad que el destino tanto le había
negado y sus pensamientos la llevaron a que tal vez en esas tierras no la encontraría
y llego a la conclusión que lo mejor sería partir a otro lugar donde por fin se
superara y lograra sus metas "ser feliz". Se dirigió a la cocina.
Casilda:
Claro Doña nada más diga que se le ofrece.
Bárbara:
Con todo lo que ha pasado en estos últimos meses decidí que me iré con mis
hijos a otro lugar. - Casilda la miraba aterrada.- Usted ¿Quisiera venir con
nosotros?
Casilda:
Doña, pero ¿No cree que se está precipitando? usted ha
vivido prácticamente toda su vida en estas tierras.
Bárbara:
Me duele abandonar estos lugares tan maravillosos, pero no me puedo quedar aquí,
si lo hiciera seria masoquista.
Casilda:
Si esa es su decisión Doña yo me voy con usted,
no podría separarme de esos diablillos.
Bárbara:
De verdad gracias Casilda.- Sonríe levemente y se retira.
Santos
se despierta lentamente y mira su reloj, se da cuenta lo tarde que es. Observa
a su alrededor y se fija que Bárbara ya no está, se levanta y se viste rápidamente,
un poco extrañado por la situación se monta en su caballo y se dirige a
Altamira para cambiarse y luego tenia pensando visitar el Miedo.
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Bárbara
comienza a empacar sus pertenencia, ropa, zapatos, libros, dinero etc... quiere
irse lo más pronto posible. En ese momento llega Cecilia y toca la puerta de su
recámara.
Cecilia:
¿Puedo pasar?
Cecilia
observa aterrada aquella escena - ¿Y esto?, ¿Te vas de viaje?
Bárbara:
Si, me voy a un viaje del cual quizás nunca regrese.
Cecilia:
¿De qué hablas Bárbara?
Bárbara:
Te seré franca, estoy agotada de la vida, solo quiero ser feliz con mis niños y
aquí nunca voy a encontrar esa felicidad que tanto anhelo, así
que decidí irme del país.
Cecilia:
¿Tendrá que ver en esto mi sobrino?
Bárbara:
Por supuesto, no quiero tratarlo, espero que él pueda hacer feliz a Marisela.
Cecilia:
¿Estas segura que esto es lo mejor Bárbara?
Bárbara:
Jamás había estado tan segura de algo, por favor no le comentes nada a Santos, no
quiero que intervenga y sea peor para ambos, odio las despedidas.
Cecilia:
Ay Bárbara si eso es lo que quieres, ¿Y para donde te iras?
Bárbara:
Sé que puedo confiar en ti, así que serás la única que lo sepa no le puedes
decir ni siquiera a tu esposo.- Cecilia asintió.- Me voy para México.
Cecilia:
¡México! ¿Tan lejos?
Bárbara:
Como te digo quiero alejarme totalmente de todo, pero tienes que visitarme que
conste. - Sonríe.
Cecilia:
Como crees que no, aparte tengo que ver a mis ahijados. ¿Te ayudo a empacar?
Bárbara:
Por favor, mientras soluciono unos últimos detalles.
Cecilia:
Ve yo me encargo con Casilda y las terneras.
Bárbara:
Te lo agradezco. - Se despide y sale en la camioneta hacia el pueblo.
Se
dirige a la jefatura.
Bárbara
entra gritando.
Bárbara:
¡Pernalete!
Pernalete:
Dígame Doña.
Bárbara:
Necesito en este instante un permiso redactado y firmado por usted donde me den
la autorización de llevarme a mis hijos fuera del país.
Pernalete:
Pero Doña para eso se necesita la aprobación del doctor Luzardo.
Bárbara
toma su revólver y se lo pone en el cuello a Pernalete.- Dije que necesito ya
ese permiso, ¿Entendido?
Pernalete:
Si Doña.- dice temblando.- Mujiquita ya oyó a Doña Bárbara.
Bárbara:
Ya regreso por ese papel y no se le ocurra esconderse Pernalete.
Va
camino al hotel y pide una copa de tequila. Se lo toma de un sorbo.
Josefa:
¿Está bien doña?
Bárbara:
Mejor que nunca. - Deja el dinero en la barra y sale.
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Pernalete:
Para que necesitara la Doña ese permiso...
Mujiquita:
Es muy claro mi coronel, quiere irse del país.
Pernalete:
¿Pero a dónde?
Bárbara
entra.
Bárbara:
Partida de chismosos, que les interesa a donde voy, nada más necesito ese
permiso.
Pernalete:
Comadre usted sabe que puede confiar en mí.
Bárbara:
Primero confiaría en un chismoso compulsivo eh. - dice alzando la
ceja.
Pernalete:
¡Comadre!
Bárbara:
Ay ya Pernalete mejor deme ese papel que no lo voy a esperar toda la vida.- Le
arrebata el papel.- Gracias y Adiós. - Se va derechito para el Miedo.
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Al medio
día...
Bárbara
llega al miedo, en la sala se encuentra sentada Cecilia, Casilda y los
pequeños. Laión al verla se abalanza hacia sus brazos para que lo cargue.
Bárbara:
¿Cómo estas mi nene?
Laión:
Bien mami.
Bárbara:
Gracias. - Sonríe y se acerca a ver a los mellizos que estaban dormidos
en la carriola. - Mis angelitos.
Cecilia:
Bueno Bárbara tengo que irme por un rato, ¿Cuándo se van?
Bárbara:
Esta misma tarde, ya separe los boletos de avión. Tenemos que estar a las 8 p.m.
en San Fernando.
Cecilia:
Regreso antes de que te vayas. - Se despide y se va.
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En
Altamira
Antonio:
¡Mi mariposa! Qué bueno que llegas te busque toda la mañana. - Besa a Cecilia.
Cecilia:
Estaba en el miedo con Bárbara.
Antonio:
Este pequeño no ha hecho sino reclamar a su madre, ¿Cómo es que te vas y me
dejas solo con estos 2? - Sonríe y le da a Toñito.
Cecilia:
No es para tanto.
Antonio:
¿Que andabas haciendo donde Bárbara?
Cecilia:
Solo pasaba a saludar, pero me quede ayudando le a empacar sus
maletas.
Antonio:
¿Maletas? ¿A dónde va?
Cecilia:
No me quiso decir.
Antonio:
Estoy seguro que se ira por Santos.
Cecilia:
Exactamente, no le comentes nada de esto a mi sobrino, cometería una
locura y Bárbara se enfadaría más con él.
Antonio:
¿Cuándo se va?
Cecilia:
Hoy en la tarde, iré a despedirme. ¿Me acompañarías?
Antonio:
Por supuesto.
Pajarote
por casualidad escucho toda la conversación y se fue a contarle a María Nieves
y Carmelito, pero en ese momento los peones estaban en el
pueblo, así que tuvo que esperar hasta la tarde.
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Dieron
las 5:30 de la tarde, se aproximaba la hora de partir. Bárbara se hallaba en su
caballo frente al atardecer, sus oídos se deleitaban con el vuelo de
las aves y la brisa de la tarde acariciaba su rostro. Su alma completamente
tranquila, aunque nostálgica por partir. Dio una última mirada al
cielo y retomo su rumbo al miedo rápidamente, sus rizos volaban con el
viento.
En los
llanos del Arauca se observaba una mujer de gran belleza a toda prisa,
dejando atrás su pasado, sus lágrimas, su único amor...
Lo AMÉ amiga ya quiero ver el de mañana :D
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