Ambos
se subieron al barco y disfrutaron de un largo paseo. Más tarde 2 hombres
comenzaron a pelear y por casualidad tumbaron a Bárbara y Santos al mar, el
barco avanzaba rápidamente, así que no pudieron alcanzarlo.
Bárbara:
Santos ¿Que vamos hacer?, no debí subirme al barco contigo, ya vez lo que me
pasa por contradecirme.
Santos:
Por el contrario, me parece divertida esta experiencia, es algo fuera de lo
común, deberíamos sacarle buen provecho a lo que nos brinda el destino.
Bárbara: Me
gusta la idea, pero ¿A dónde vamos ahora?
Santos: Bueno
no lo sé.
Bárbara y
Santos observan a su alrededor y alcanzan a ver una isla desierta, tenía gran
diversidad de árboles y flores exóticas, había una cascada de aguas cristalinas
muy similar a la poza de los suspiros, todo en si era muy hermoso.
Bárbara: Santos
mira, allí hay una isla donde podremos quedarnos.
Santos: Rápido
vamos.
Bárbara mira
a Santos con ternura y luego le sonríe.
Ambos van
nadando hacia la isla. Bárbara se siente muy confundida, quiere dejarse llevar
por su corazón y caer en brazos de Santos, pero piensa que si decae ahora no podrá
fingir después.
Santos:
Estamos empapados de agua.
Bárbara: Ven,
vamos a buscar a alguien o algo que nos pueda ayudar.
Santos: Te
sigo.
Los 2 se
disponen a encontrar un lugar donde puedan pasar la noche o alguien que les
pueda ayudar a regresar a la playa. Después de media hora encuentran una
pequeña cabaña cerca a la cascada, al entrar notan que no hay nadie allí, así
que deciden pasar la noche ahí.
Santos:
Tendremos que pasar la noche aquí.
Bárbara: Si
no hay más remedio, pero hay un pequeño problema.
Santos: ¿Cuál?
Bárbara:
Tenemos que conseguir leña y algo para cenar.
Santos: Yo me
encargo de la leña y tú de la cena.
Bárbara: Esta
bien.
Santos se
adentró en los árboles para conseguir unos cuantos trozos de leña, mientras que
Bárbara encontró algunas frutas, verduras y un poco de agua.
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