Llego la
noche, Santos ya había prendido la fogata que les proporcionaría calor por un
buen rato, Bárbara se veía muy tierna, no quería fingir más, así que decidió
dejarse llevar.
Bárbara se
quita la ropa y se queda en vestido de baño, desea disfrutar un rato de las
olas,
Santos la observa, la ve tan bella, su cuerpo esbelto, su piel que brilla
bajo la luna, su cabello rizado y en especial sus ojos que deslumbraban.
Santos entra
al agua y se hace al lado de Bárbara.
Santos: Bárbara
mi amor, no quiero que esto siga así, Te amo y lo sabes muy bien, te juro que
intente olvidarte, pero mi amor hacia ti están grande que no pude, me gustaría
que volviéramos a estar juntos, te prometo ser felices.
Bárbara:
Santos a mí también me encantaría, pero no quiero hacerle daño a Marisela.
Santos: Tú la
conoces muy bien, ella estará bien, ella sabe que nos amamos y debe resignarse.
Bárbara: ¿Me
juras que seremos felices?
Bárbara mira
a Santos con una ternura implacable, como una niña pequeña que no quiere ser
lastimada.
Santos: Te lo
juro mi vida, a partir de hoy seremos muy felices y nadie lo podrá impedir.
Santos le
sonríe. Bárbara con lágrimas en los ojos lo besa suavemente y con toda la
ternura posible.
Bárbara:
Santos te amo.
Santos: no mi
amor yo te amo a ti.
Santos y Bárbara
salen del agua para secarse y cambiarse de ropa. Ya secos se disponen para
cenar. Después de un rato se sientan en la arena a contemplar las estrellas que
adornan el cielo, Bárbara besa a Santos, el deseo los consume, Santos acaricia
a Bárbara, disfrutan cada beso, cada caricia, arden como el fuego cuando se
unen. La noche es hermosa, ambos se aman como nunca.
Al otro día…
Santos se
levanta cuidadosamente para no despertar a Bárbara y se dirige a la cascada
para asearse y vestirse.
Bárbara se
despierta y nota que Santos no está, así que se levanta rápidamente y se va en
busca de él. Al ver que no lo encuentra se angustia mucho, temiendo lo peor,
estaba a punto de desmayarse, pero por suerte en ese instante apareció Santos.
Santos le da un beso de buenos días.
Santos:
Buenos días dormilona, ¿Por qué tan cansada?
Bárbara: No
lo sé.
Sonríen.
Santos: Anda
a bañarte mientras yo consigo algo para desayunar.
Bárbara: Esta
bien.
Bárbara lo
besa. Después de haber desayunado encontraron en la cabaña una pequeña barca
que les serviría para volver a la playa. Luego de un rato regresaron a la playa
sanos y a salvo. Bárbara se sentía muy cansada, así que se dirigen al hotel.
Bárbara:
Gracias por todo mi amor, la pasamos muy bien ¿No te parece?
Santos: Si en
verdad disfrutamos.
Bárbara
bosteza.
Bárbara: Iré
a dormir un rato, me siento exhausta.
Santos: Esta
bien.
Santos la
besa y cada uno se va para su habitación. Cuando Bárbara entra se queda
profundamente dormida toda la tarde.
Cayendo la
noche, Santos va al cuarto de Bárbara para invitarla a cenar, le toca y sin
culpa la despierta de su sueño profundo.
Bárbara:
¿Quién es?
Santos: Soy
yo Santos.
Bárbara: Ya
voy.
Bárbara le
abre la puerta.
Bárbara:
Perdona estaba dormida.
Santos:
Debías estar muy cansada.
Bárbara: En
verdad sí.
Santos:
¿Vienes a cenar conmigo?
Bárbara: Si,
dame un momentito, entra.
Santos entra
y espera a Bárbara mientras se arregla un poco.
Bárbara:
Listo, vamos.
Santos le
sonríe y le regala una rosa. Bárbara lo besa.
2 Semanas
después…
Luego de
pasar unos esplendidos días Bárbara debe regresar a la capital y Santos al
Progreso.
Bárbara:
Santos es hora de volver.
Santos: Es
cierto, pero no me quiero separar de ti, ¿Qué te parece si vienes conmigo al
Progreso?
Bárbara: Me
encantaría, pero no tengo en donde vivir.
Santos: Te
vienes conmigo para Altamira.
Bárbara: Ni
loca, ¿Cómo se te ocurre?, allí vive Marisela y no quiero incomodar.
Santos:
Compra de nuevo el miedo.
Bárbara: No
lo había pensado, es una gran idea.
Santos:
Entonces debes venir conmigo al progreso para hacer la compra de la hacienda.
Bárbara: Esta
bien.
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