sábado, 27 de octubre de 2012

CAPITULO 8. REVELAR SENTIMIENTOS.


Llego la noche, Santos ya había prendido la fogata que les proporcionaría calor por un buen rato, Bárbara se veía muy tierna, no quería fingir más, así que decidió dejarse llevar.
Bárbara se quita la ropa y se queda en vestido de baño, desea disfrutar un rato de las olas, 

Santos la observa, la ve tan bella, su cuerpo esbelto, su piel que brilla bajo la luna, su cabello rizado y en especial sus ojos que deslumbraban.
Santos entra al agua y se hace al lado de Bárbara.
Santos: Bárbara mi amor, no quiero que esto siga así, Te amo y lo sabes muy bien, te juro que intente olvidarte, pero mi amor hacia ti están grande que no pude, me gustaría que volviéramos a estar juntos, te prometo ser felices.
Bárbara: Santos a mí también me encantaría, pero no quiero hacerle daño a Marisela.
Santos: Tú la conoces muy bien, ella estará bien, ella sabe que nos amamos y debe resignarse.
Bárbara: ¿Me juras que seremos felices?
Bárbara mira a Santos con una ternura implacable, como una niña pequeña que no quiere ser lastimada.
Santos: Te lo juro mi vida, a partir de hoy seremos muy felices y nadie lo podrá impedir.
Santos le sonríe. Bárbara con lágrimas en los ojos lo besa suavemente y con toda la ternura posible.
Bárbara: Santos te amo.
Santos: no mi amor yo te amo a ti.
Santos y Bárbara salen del agua para secarse y cambiarse de ropa. Ya secos se disponen para cenar. Después de un rato se sientan en la arena a contemplar las estrellas que adornan el cielo, Bárbara besa a Santos, el deseo los consume, Santos acaricia a Bárbara, disfrutan cada beso, cada caricia, arden como el fuego cuando se unen. La noche es hermosa, ambos se aman como nunca.

Al otro día…
Santos se levanta cuidadosamente para no despertar a Bárbara y se dirige a la cascada para asearse y vestirse.
Bárbara se despierta y nota que Santos no está, así que se levanta rápidamente y se va en busca de él. Al ver que no lo encuentra se angustia mucho, temiendo lo peor, estaba a punto de desmayarse, pero por suerte en ese instante apareció Santos. Santos le da un beso de buenos días.
Santos: Buenos días dormilona, ¿Por qué tan cansada?
Bárbara: No lo sé.
Sonríen.
Santos: Anda a bañarte mientras yo consigo algo para desayunar.
Bárbara: Esta bien.
Bárbara lo besa. Después de haber desayunado encontraron en la cabaña una pequeña barca que les serviría para volver a la playa. Luego de un rato regresaron a la playa sanos y a salvo. Bárbara se sentía muy cansada, así que se dirigen al hotel.
Bárbara: Gracias por todo mi amor, la pasamos muy bien ¿No te parece?
Santos: Si en verdad disfrutamos.
Bárbara bosteza.
Bárbara: Iré a dormir un rato, me siento exhausta.
Santos: Esta bien.
Santos la besa y cada uno se va para su habitación. Cuando Bárbara entra se queda profundamente dormida toda la tarde.
Cayendo la noche, Santos va al cuarto de Bárbara para invitarla a cenar, le toca y sin culpa la despierta de su sueño profundo.
Bárbara: ¿Quién es?
Santos: Soy yo Santos.
Bárbara: Ya voy.
Bárbara le abre la puerta.

Bárbara: Perdona estaba dormida.
Santos: Debías estar muy cansada.
Bárbara: En verdad sí.
Santos: ¿Vienes a cenar conmigo?
Bárbara: Si, dame un momentito, entra.
Santos entra y espera a Bárbara mientras se arregla un poco.
Bárbara: Listo, vamos.
Santos le sonríe y le regala una rosa. Bárbara lo besa.
2 Semanas después…
Luego de pasar unos esplendidos días Bárbara debe regresar a la capital y Santos al Progreso.
Bárbara: Santos es hora de volver.
Santos: Es cierto, pero no me quiero separar de ti, ¿Qué te parece si vienes conmigo al Progreso?
Bárbara: Me encantaría, pero no tengo en donde vivir.
Santos: Te vienes conmigo para Altamira.
Bárbara: Ni loca, ¿Cómo se te ocurre?, allí vive Marisela y no quiero incomodar.
Santos: Compra de nuevo el miedo.
Bárbara: No lo había pensado, es una gran idea.
Santos: Entonces debes venir conmigo al progreso para hacer la compra de la hacienda.
Bárbara: Esta bien.

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